Centrar nuestra conciencia sobre estímulos significativos ignorando los irrelevantes se denomina atención selectiva. Mantener este control de la atención durante un periodo de tiempo se denomina concentración.

Los errores no forzados causados por distracciones son demasiado frecuentes en el deporte. La mala concentración se identifica como “el efecto dominó”. Un control débil de la atención conduce a pensamientos inoportunos y a acciones inapropiadas. Una mala concentración tiene a menudo desastrosas consecuencias sobre todo el juego que se desarrolle.


Tres son los problemas con la atención:

  • Tensión excesiva: la tensión, la ansiedad y la activación elevada alteran la amplitud y la calidad de la atención. Si los pensamientos no son positivos y existen preocupaciones se experimenta un estrechamiento atencional, es como jugar un partido viendo el campo a través de un tubo estrecho.

  • Bloqueo: esto es considerado como un déficit de atención. El deportista cuando presenta un bloqueo en su cuerpo percibe cada jugada y cada acción como extremadamente importantes, presenta una excesiva autoconciencia, es una atención dirigida hacia dentro. El bloqueo hace que los jugadores permanezcan en un centro de atención estrecho e interno, con lo cual, la visión panorámica de este deporte es muy reducida.

  • Estar excesivamente relajado: se necesita un cierto nivel de tensión para evitar el efecto de estar demasiado relajado, porque cuando esto sucede, la atención se expande tan ampliamente que no se presta atención a los estímulos relevantes del juego, y por el contrario se pueden introducir elementos que no tienen valor. Como consecuencia, se pierde el control de la atención.


Tomarnos enserio el entrenamiento

Hay que ponerse “la gorra de concentración”. Los verdaderos competidores convierten sus entrenamientos en algo tan importante como sus partidos, para ello, recrean sus entrenamientos en plantearse una presión cercana a la de la competición, jugando como lo harían en un partido.

Las autoinstrucciones positivas también mejoran el control de la atención, pues la calidad de esta habilidad psicológica está directamente relacionada con la calidad de la autoinstrucción.

El control de la atención te permite conseguir otra ventaja importante:

¡La rapidez!

En el fútbol, baloncesto, balonmano y otros deportes de equipo, la rapidez tiene poco que ver con la velocidad pura, sin embargo, sí tiene que ver con las habilidades relacionadas con el control de la atención. La superioridad en forma de anticipación es la que te permite desbordar al contrario y para ello no existe otra herramienta que la máxima concentración.

Los expertos se diferencian de los novatos en los patrones de fijación ocular y en las estrategias perceptuales. Por ejemplo, los expertos se centran en señales que presenta el oponente antes de que algo suceda, los principiantes se centran en señales que aparecen mucho más tarde.

Las habilidades de anticipación en el deporte pueden ser entrenadas y mejoradas. Lo primero es darse cuenta de las señales tempranas apropiadas y luego revisar mi forma de ejecutar la técnica, mi posición y la del contrario. Todo esto hay que desarrollarlo en los entrenamientos, para que a través de la práctica se mecanicen los movimientos y en los partidos se desarrollen estas habilidades sin ningún esfuerzo.

Consejos específicos para mejorar el control atencional:

  • Evitar pensamientos negativos.

  • Permanecer centrado en el presente. Después de un error, hay que dirigirse con decisión a la jugada siguiente.

  • Recitarse palabras claves como “concéntrate”, “controla” o “buen contacto”.

  • Estar orientado más a la tarea que al resultado.

  • Evitar las distracciones externas.

  • Ser egoísta con la atención.

  • Realizar ejercicios breves de respiración y relajación para ayudar a disminuir la activación para así obtener calidad atencional.

Cuando un maratoniano gana una medalla de oro, no es la pieza de oro lo que recordará siempre… es la carrera. Es el dolor, y la victoria sobre el dolor, lo que embellece la vida del corredor. Es el compromiso intenso y absoluto con esa carrera lo que da sentido para siempre a la existencia del corredor.

Para muchos espectadores correr es un simple deporte (poner un pie delante del otro), pero ese acto es muy complejo para los que lo practican a un alto nivel requieren concentración en el deporte. Los grandes corredores deben enfocar todas las fuerzas de su mente y de su cuerpo en cada instante del movimiento de los pies, en la sincronización de la parte superior del cuerpo y el vínculo entre respiración y movimiento. Deben poner en este acto natural una conciencia absoluta.

Pues la misma o más concentración y atención al detalle necesitan todos los deportistas. Mucho de lo que crea a un gran deportista es la capacidad de llegar a ser agudamente consciente de detalles que se desarrollan en el juego y para ellos requieren un tiempo determinado de aplicación con cuidado y esmero. No existe mayor enemigo que el acomodamiento, pues éste no te permite alcanzar el nivel óptimo de concentración.

Cuando un deportista logra un nivel elevado de atención – concentración en el deporte es capaz de sentir un PODER EXTRAORDINARIO.

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